Gracias al trabajo de investigadores como Lois Verbrugge y James House, ambos de la Universidad de Michigan, sabemos ahora que un matrimonio infeliz aumenta en un 35 por ciento las posibilidades de  caer  enfermo, e incluso acortar nuestra vida en un período medio de cuatro años. Por el contrario, las personas felizmente casadas viven más tiempo y disfrutan de mejor salud que las divorciadas o aquellas involucradas en una relación infeliz. Los científicos saben con seguridad que estas diferencias existen, pero todavía no saben exactamente por qué.

 

Parte de la respuesta puede ser que en un matrimonio infeliz experimentamos un estímulo fisiológico  crónico y difuso. En otras palabras, nos sentimos estresados físicamente y a menudo también emocionalmente. Esto supone un desgaste extra para el cuerpo y la mente, que a su vez puede  desarrollar una variedad de enfermedades físicas, incluyendo hipertensión o enfermedades coronarias,  y  diversos  trastornos psicológicos, como ansiedad, depresión, suicidio, violencia, psicosis, homicidio o drogadicción.

 

No  es  sorprendente  que  las  parejas  felizmente  casadas  muestren  un  índice  mucho más  bajo  en  estas  enfermedades.  Estas  parejas  tienden  a  ser  más  conscientes  de  la salud. Los investigadores  apuntan que esto se debe a que los cónyuges mantienen el uno sobre el otro regulares chequeos,  cuidando de que se tomen las medicinas necesarias, se coma de forma sana, etc. Las personas casadas viven cuatro años más que las que no lo están.

 

Recientemente se han descubierto pruebas preliminares de que un buen matrimonio  nos  hace  más  sanos beneficiando directamente nuestro sistema inmunológico, que estimula las defensas del cuerpo contra la enfermedad. Hace unos diez años que los investigadores saben que el divorcio puede inhibir las funciones del sistema  inmunológico. Teóricamente, al disminuir la capacidad del organismo de luchar contra invasiones de agentes externos, quedamos más vulnerables a enfermedades infecciosas y  cánceres. Ahora se ha descubierto que lo contrario también es verdad: las parejas felizmente casadas no sólo evitan esta disminución de la capacidad inmunológica, sino que pueden experimentar un aumento de la misma.

 

Después de estudiar las respuestas inmunológicas de cincuenta parejas se descubrió una notable  diferencia entre las que estaban satisfechas de su matrimonio y aquellas cuya respuesta emocional  ante  el  cónyuge era neutral o infeliz. Se utilizaron muestras de sangre de todos los sujetos para comprobar  las  respuestas  de  los  glóbulos blancos, la principal arma defensiva del sistema inmunológico. En  general, los hombres y mujeres felizmente casados mostraban mayor proliferación de glóbulos blancos  ante una invasión de agentes externos.

Se probó también la efectividad de otros guardianes del sistema inmunológico: las células encargadas de destruir células del organismo que han sido dañadas o alteradas (como las infectadas o las cancerosas),  y que limitan el crecimiento de tumores. Una vez más, los sujetos satisfechos con su matrimonio contaban con más células de esta clase.

(Extracto de: Gottman, J. M. y  Silver, N. ( 2012). Siete reglas de oro para vivir en pareja.  Editorial Debolsillo clave).

 

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