Sus principales síntomas pueden ser:

• Incapacidad para tomar decisiones por miedo a equivocarse.

• Dudar constantemente sobre las decisiones que se han de tomar en la vida.

• Considerar las opiniones de los demás más acertadas que las propias.

• Cuestionarse continuamente la valía y capacidad personal para resolver problemas.

• Poca resistencia a las críticas que se perciben como prueba de poca valía personal.

• Percibir a los demás como una amenaza de la seguridad emocional personal.

• Envidia y celos hacia los demás.

Sus causas pueden ser muy variadas y pueden estar asociadas a la combinación de una o varias de las siguientes situaciones:

• Un perfil demasiado perfeccionista y autoexigente.

• Una visión de la vida en que de las cosas son perfectas o catastróficas sin puntos intermedios, con lo que al tomar de decisiones solo existen dos posibilidades: buenas o malas decisiones sin que existan puntos intermedios también válidos.

• Baja Autoestima.

• Falta de confianza en las capacidades y virtudes propias.

• Focalizar sólo  los aspectos que consideran negativos de uno mismo y tendiendo a exagerarlos.

• Desarrollo infantil con padre o madre demasiado exigente que acaban generando sentimientos de incapacidad e inseguridad.

• Experiencias traumáticas.

• Decisiones pasadas que generaron consecuencias negativas hacen que la persona piense que no puede confiar en su criterio.